el ajedrez de los años nunca queda en tablas,
el tiempo siempre gana, me decías, pídete blancas
y juega con la nobleza de la belleza del baile,
nacemos con un sentimiento y un par de padres
... ayudándonos a saltar aunque nos sangren las rodillas.
debe ser un brillo parecido cuando te imagino
y respirar tranquilo con las demostraciones de amor
y una figura corporal más telepática que en sincronismo.
ese olor a sala sudada, a la piel de los pies gastada.
viviríamos en el trapecio de nuestras conversaciones.
el público cierra los ojos y aún percibe la danza.
preferimos lágrimas de plata durante la añoranza.
la coreografía se enreda mientras te miras al espejo
y compruebas que somos el reflejo, de nuestros maestros.
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a Juanjo Linares,
En la memoriaHoy me inunda la tristeza
Es una tristeza nueva desconocida que no me permite hablar,
La sensación de pérdida irreparable, de extraña soledad,
Es permanente, sólida, como una niebla fría que me empapa el cuerpo,
Como si alguien hubiera arrancado de cuajo una parte de mí
Él me enseño a moverme en el vacío de la vida
Todo lo que sé en esencia le pertenece
La magia de sus pasos, despertó en mí
La pasión por la danza, una forma de pensar, de vivir en el arte,
Fue mi maestro, mi mentor, mi amigo
Alguien sin el cual no hubiera sido posible
Realizar algunos de mis sueños…
Se fue el druida de la danza tradicional
Hoy el folklore está de luto
Juanjo, te echaré de menos
Seguirás bailando en nuestros corazones…
vivido y escrito
por Manuel Segovia
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