jueves, 30 de noviembre de 2006

Mi muy querido puto asqueroso Mundo:

Estás como una jodida cabra si piensas que me dejaré caer tras tu espíritu. No me gustas nada. Y yo con dos cojones en la tierra, con unos pocos que como yo, no apretaron el gatillo. Esa es mi gente. Pero la tuya, la que manejas, la que se queja, la que acobarda la rutina y la que escupe en mis sueños; esa no vale una mierda. ¿En qué pensaba Dios el octavo día? Descansó cual obra maestra finiquitada. Encendió el porro, se echó en el sofá que había inventado, con los ojos cerrados, y el domingo fue así el día que conmemora los cojones de Dios, por hacer este TODO. Cuando el lunes, tras la resaca, vuelta a arriba, agachó la cabeza y nos miró: se echó las manos a la cabeza y se la arrancó. Efectivamente. Dios ya no existe así que YO TE PUEDO, Mundo.

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