jueves, 23 de noviembre de 2006

Me voy, my boy


Papel celofán rojo agridulce, cuatro esquinas y paredes de almidón. Cóncavo y con sexo, con esmero clavé tus patas al tiesto, atado a cientos de huesos y forma de sauce llorón. A primera vista, ni siquiera me gustaste del todo. Pero un soneto, me mandó violarte. Boca abajo tus papeles escritos, y de pronto, tu boca bajo mis instintos.
Ocultar el espacio en blanco, y descafeinar tus ojos tan llenos de ganas. Caer por creer y otra vez me han hundido. Recuerdo entonces que ya hace frío, que yace erguido el sudor que dejas bajo la manta. A veces no me apeteces, pienso en poner la lavadora cuando al menos debiera fingir tener orgasmos con tus manos. No existen canciones por muy baladas babosas, saladas que sean. Exteriorizarte parece sacarte lejos de aquí. Sobarte sobre el arte que pintas en mi cuerpo; y yo sin darme cuenta. Aunque, para y por contraste según si sobro o estoy detrás. Poner de puntillas tus oídos, mis rodillas en mi boca, y toca vivirte esperando a dejarte pasar.
No estoy enamorada de ti, no me corté las uñas de los pies, cumplí dos de las tres promesas. Confúndeme con tus estrategias, o pégame en la cara mientras me besas. Cualquier acto de inconformismo valdrá para saciar a mis venas. Si cuando leas, me tienes cerca de este amago de carta con súplica, intenta perdonarme.

No hay comentarios: