martes, 12 de diciembre de 2006

Por la mañana, nadie había muerto.
Los ceniceros de plata y la playa a sus espaldas, y poco más entre la multitud.
No sabía por qué la sangre no derramada, por qué malditos en tierra santa, por qué tú y por qué yo.
“there was an angel can´t fly in the sky” con letras rojas y sombra gris en las paredes.
Recordamos que resumes mis vicios: que son 2 efes y mi única be: follar, fumar y beber. Y otra vez tú cogido a mis manos.
Sin sensaciones: ni odio ni cariño, ni blanda o dura, ni suave ni fuerte, ni temperatura.
Sin contrastes ni compensaciones, sin contracciones ni condiciones escritas en un papel oficial.
Pero todos miramos a todos, y la luz saturó hasta bien adentro los cuerpos. La música era tan grande. Estrofas inacabadas y plagas de afonía contracompás. Tus manos, ahora desahogadas, marcaron a mis ojos la última escena:
La palabra guerra, ardía en las hogueras y las lágrimas apagaron el fuego.

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