viernes, 29 de diciembre de 2006


Me apetece, en fin.
No más pesadeces ni peces ni peceras.
Ahora en serio: pierdo la perspectiva con tanta letra.
Por eso mejor regresar.

Patty. 20 noviembre 2001.
Al otro lado de la luna (california)
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Me acerco a la ventana para respirar el frío aire de noviembre. El vaho de mi respiración multiplica la nube de humo que exhalo al fumar. Fuera aún llueve, y las salpicaduras duelen en mis manos. Estas gotas solían ser negras. Y me detengo, descalza, junto ventana. El calor del cigarrillo consumido se posa en mis dedos. Y me sale sola la sonrisa, mis labios no son capaces de evitarlo... porque recuerdo entre todas, aquella noche:
Clint no podía sacar una simple sonrisa entre la ráfaga de humo y pena. “She is gone” se escapaba entre susurros. Enciendo un cigarro, y otro más. Y cada uno sabe más amargo que el anterior. A saber que pasaba por su mente en aquellos instantes, en esos momentos que suceden de vez en cuando en el maravilloso reino de la música. Y allí, frente a lo que parecía desvanecerse, el bajo sonó solitario como siempre había sonado en realidad.
Me vienen y van las ideas, se me retuercen entre los sueños que sueño contigo. Disfruto los segundos como si acabase de nacer. Te beso y consigo palpar el ardor de tu boca. Y todas las imágenes me parecen preciosas. Esta es una historia de amor que nunca dejaría de leer.
Clint abrió los ojos por un segundo aunque no podía ver nada. De pronto, noté cómo esa fuerza interior abrazaba mis miedos. Era cómo si ambos sintiésemos al a par la sensación más grande del mundo. Y Clint consiguió ver entre la invisibilidad del momento. Y yo fui aquello que sus ojos toparon. Y entonces lo supe, más segura que nunca. Y guardé los rencores en una caja, la cual aún no he abierto. Y recordé el pasado, la verdad, la distancia y el tiempo, cómo algo maravilloso que simplemente tubo que suceder. Y los graves convencieron a mi cabeza para no volver a pensar. Vivimos el uno dentro del otro. Ahora, cuando no hay en este mundo ejército tan valeroso como nosotros dos, cogidos de la mano.
Clint hizo lo que nunca había hecho antes. Por primera vez, sintió una plena alegría que recorrió su alma y su mente. Lo percibí enseguida. Supongo que el amargor que habíamos tenido hasta ahora, pasó a ser un dulce sabor que palpamos el uno del otro. Las palabras nunca podrán describirlo. Me atrevo a decir que ni la música sería capaz de hacerlo.
Por eso Clint lloró encima de su propio escenario, en aquel rincón apartado del mundo. Por eso nos habíamos perdido el uno sin el otro hasta ese momento. Por ello ahora sabemos con certeza porqué existen los sentidos.

3 comentarios:

Gsús Bonilla dijo...

que fuelte,

aquellos vientos, trajeron estas tormentas,
porque sentido y sentidamente sen ti no hay dos,
porque sixblacktears quizá nacierá ya.....



2 x 2 bersos + vesos

Anónimo dijo...

chapó.;)

Anónimo dijo...

a tí. por inspirarlo.
mua